Flores.

Hola, nuevamente he venido con un nuevo escrito. Sin decir más, aquí se los dejo.




Estábamos solos en su casa. En su sala de estar, ella había llegado con una bandeja y unas tazas de té.

— ¡En lugar de estar aquí perdiendo el tiempo, deberíamos de estar en mi época buscando los fragmentos!—aparenté quejarme, pues quería simular que las cosas seguían igual, pero realmente quería estar con ella en su casa.

—Inuyasha, trata de relajarte. A veces es bueno quedarse a descansar un poco y tratar de olvidar el stress—comentó Kagome con su hermosa sonrisa de siempre, mientras se volteaba e iba hacia aquella caja grande y plana que mostraba imágenes—¿Quieres ver televisión?—preguntó.

Con una mueca y un ligero movimiento de hombros le di a entender que no me importaba, ya que la mayoría de las veces no entendía ni de que hablaban esas pequeñas personitas que se mostraban ahí.

—Si vas a poner esa cosa, pon algo que logre entender—le comenté un tanto desinteresado.
—Está bien Inuyasha—me sonrió nuevamente—mmmm ¿Dónde está el control remoto?—le escuché preguntarse.

Rápidamente Kagome se dirigió a una puertecilla que había debajo de la caja de imágenes, se puso de cuatro patas, dándome la espalda. En ese momento pude ver algo sin igual, lo cual hizo que tuviera un gran sonrojo viniendo de mi cuello y subiendo rápidamente a todo mi rostro.

—Kag...—Traté de balbucear su nombre, pero simplemente se perdió en el silencio.

Podría ver su falda, y más aún noté la floreada tela que se asomaba de debajo de su enagua.
Flores…rosas, celestes…de todos los colores del arcoíris o eso pensaba yo.

Cuál fue mi reacción de desilusión cuando encontró el tal control remoto, y encendió la cosa que llamaba televisión.

—Ya vengo Inuyasha—dijo al ponerse de pie, ya que al parecer no notó que la había estado observando.

Ahora recordaba las palabras de Miroku. “Lo más hermoso de la señorita Kagome es su falda y sus hermosas flores” Y pensar que ese monje depravado estaba “hablando” de las flores que Kagome llevaba en sus manos en aquella ocasión…

Me sonreí tras recodar ese comentario, y no pude evitar enojarme. Ya que solamente yo podría llegar a mirar a Kagome.
¡Pero que estoy pensado! Aunque…

Inmediatamente observé el control, miré al gato y lo espanté; rápidamente tiré el control lejos, quedando debajo del mueble que se encontraba delante de mí.

— ¿Quieres papitas?—escuché justo a tiempo la voz de Kagome mientras volvía.
—Eh…Sí porque no, es bueno comer en un momento como este—le sonreí.

¿Cómo podía ser que yo pensar esas cosas de ella? La miré e inmediatamente me sonrió.

— ¿Dónde está el control?—cuestionó con extrañes.
—Vi que el gato se lo llevo, lo intente detener pero tiró ese aparato por ahí debajo—respondí a su pregunta.
—Oh, ya veo, iré por el otra vez supongo.

Rápidamente se dio vuelta, poniéndose una vez más en aquella floreada posición, la cual me hacia tanta gracia y me hacía pensar tantas cosas de ella… ¡Por dios, que depravado me siento!
Pero supongo que estos sentimientos son de mi parte humana, o tal vez… ¿Por ambas?

— ¿¡Qué diablos miras Inuyasha!?

Pero no esperaba que voltease a verme con enojo, mientras que yo me mostraba con un rostro lujurioso y sonrojado.

— ¡Ups!...-fue lo que se me escapó de mis labios.


Me reí mucho cuando lo escribía, espero que a todas ustedes mis queridas lectoras, les haya gustado mucho, y dejado un buen sabor de boca

Atte: Mikura Sama